martes, 26 de abril de 2011

Historia

La historia no es la narración de los hechos, sino la búsqueda de los hechos. No es una descripción, es una reflexión. Y en la base de esta reflexión está la imposibilidad humana de describir con fidelidad lo que ya pasó.
Al ser una reflexión, lo es desde el presente.
La historia, por tanto, en el fondo, no es sino la actualización de lo que ya pasó; actualización que tiene un valor mayor cuanto que se forja intentando sumergirse en el pasado y, por tanto, en cierto modo, despojándose del presente. Pero el buen historiador sabe que en su esfuerzo por llegar al pasado, siempre se filtra el presente desde el que escribe. Y cuanto más consciente sea de ello, mejor historiador será.
La historia, por lo tanto, es también un "desnudamiento" del historiador (y, a su modo, del lector de historia). En consecuencia, es un ejercicio no tanto intelectual como espiritual.
Todo lo que no sea eso, no es historia, sino periodismo. Ese periodismo que tanto presume de contarnos las cosas tal y como son, y que cuanto más lo cree, más está imbuido de ideas y prejuicios al contarlas.
Historia y periodismo, contrariamente a lo que cabría pensar en un primer momento, son incompatibles, son auténticos enemigos.