jueves, 5 de junio de 2008

HAI-KU

¿Qué pretende el hai-ku? Dar testimonio de una conciencia.
Creo que esta es la clave del hai-ku.
Usamos las palabras para conocer, pero también para engañar y para engañarnos planteando gracias a ellas problemas que no existen y dando soluciones igualmente inexistentes, siempre gracias a las palabras. Gracias a las palabras también somos capaces de "interpretar" nuestros sentimientos, ¡incluso de crearlos!
El hai-ku renuncia a todas estas ficciones, que pueden llegar a ser muy refinadas y marcar a toda una cultura. De este uso de la palabra como ficción fue muy consciente Wittgenstein y desde la filosofía dedicó gran parte de sus esfuerzos a encontrar un lenguaje que no estuviera viciado... igual que, desde la poesía, hace el hai-ku, aunque sin esfuerzo.
Lo único real es la conciencia de ser y cuando se alcanza suficiente transparencia de espíritu para apreciar esta realidad única que suele estar tapada por esa otra realidad que construimos transmitiendo a lo cotidiano a través del lenguaje "esencias" que no existen, entonces se puede ver todo lo perecedero (incluidos nuestros estados de ánimo, nuestros "sentimientos") de otro modo.
Y surge el hai-ku, que lejos del engaño de las palabras quiere ser el testimonio vivo de una conciencia que vive y ve; de una "buena voluntad", en el lenguaje de otro filósofo, Kant.
¿Por qué usar entonces las palabras y no permanecer callado, como propuso W.? Porque él, que no era poeta, no se dio cuenta de que hay otra "vía" para usar el lenguaje sin caer en el engaño. Las palabras pueden ser lo más puro capaz de permanecer una vez que la conciencia que escribe haya dejado un mundo como el nuestro, tan maravilloso como inestable.
Las palabras son el mejor testimonio ante otras conciencias de una vida que sabe que vive y que se asombra cada día.

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