miércoles, 10 de diciembre de 2008
Provenza
domingo, 23 de noviembre de 2008
Poetas recuperados
Recuperar a los grandes poetas casi desconocidos que a lo largo de décadas completas del siglo XX han ido formando el sustrato de nuestra poesía actual continuando lo que recibieron de los mejores de finales del siglo XIX es una tarea de justicia que, además, mejorará nuestra propia poesía.
"Llueve.(Eduardo Alonso)
Y la ciudad no lo sabe.
¡Qué distante la ciudad
del pulso mío esta tarde!
Yo tengo venas de aldea
y llueve sobre mi sangre.
¡Alma
se están mojando tus calles!"
martes, 23 de septiembre de 2008
Nacionalismos
No pude menos que protestar.
Yo creo que si hay alguna característica que distingue a derechas de izquierdas es su relación con el tiempo, antes que con el espacio o el territorio: mientras la derecha política suele tener problemas con el futuro (con el progreso), la izquierda suele tenerlos con el pasado (con la historia). A la derecha le gustaría que el pasado se prolongara eternamente; a la izquierda, que la historia se borrara de una vez por todas. Pero como ninguno de los dos puede negar la existencia del tiempo con el que tiene problemas, cada uno desarrolla una actitud diferente hacia el mismo: cuando se ve obligada a hablar del futuro, la derecha lo hace acusando de aventurero al que se interna en él y buscando una posición segura desde la que afrontarlo sin permitir muchos cambios; por su parte, cuando la izquierda mira al pasado lo hace buscando las ofensas y descalabros que tan mala mujer les ha infringido y así justificar un futuro libre de ella, como si fuera posible una vida que no vaya acompañada de algún rastro de amargura, injusticia e ilusiones perdidas.
De modo lo que creo yo es que hay un nacionalismo de derechas y un nacionalismo de izquierdas. El nacionalismo de derechas surge allí donde la historia o algún aspecto de la misma tiene una impronta tal que el político puede utilizarla para negar el progreso. La misma historia, por otro lado, suele esconder alguna frustración que el político de izquierdas esgrime para ajustar sus cuentas con un pasado que se va formando a sus espaldas conforme camina y que no sólo no puede negar, sino que rara vez coincidirá con lo que según su visión de la vida tendría que haber sido.
viernes, 12 de septiembre de 2008
Psicología de los Estados
jueves, 11 de septiembre de 2008
"Deuchos"
martes, 9 de septiembre de 2008
Espíritu alemán
Hohenlohe
Lo llaman la Toscana alemana, lo que se entendería mejor si quitáramos los abetos de la foto e hiciéramos que salga el sol. Por extraño que parezca, eso es posible. Entonces, empiezan a aparecer palacios y pueblos medievales y uno se encuentra recorriendo una Italia especialmente verde
martes, 26 de agosto de 2008
Asertividad
jueves, 21 de agosto de 2008
Lentitud
Pero esto, que es un gran invento biológico, en nosotros los humanos - y más aún en nuestro tiempo - tiene un efecto pernicioso: hacemos unas cosas mientras pensamos en otras, HABITUAL Y SISTEMÁTICAMENTE. Es una tendencia cada vez más extendida entre nosotros.
En realidad lo que hacemos es varias cosas a la vez mientras pensamos en otras tantas cosas distintas a las que estamos haciendo. O peor aún, cambiamos simultáneamente de hacer varias cosas a la vez mientras pensamos en otras tantas distintas a ellas, a hacer un nuevo grupo de cosas diferentes a las anteriores mientras nuestro pensamiento desvía su atención a un nuevo grupo de asuntos diferentes al nuevo grupo de cosas que hemos empezado a hacer. Con frecuencia, incluso, las nuevas cosas que pasamos a pensar suelen tener que ver con lo que hicimos mientras pensábamos cualquier cosa menos lo que entonces hacíamos. En resumen, cada vez mente y cuerpo funcionan más disociados, al menos en el tiempo.
Por eso nos pone tan nerviosos un ejercicio tan lento como el del Tai Chi. Pero también por eso es tan beneficioso, tan saludable. Y es curioso: creo que nos cuesta más movernos despacio que quedarnos quietos sin hacer nada (quizás porque así podemos ¡definitivamente! liberar a nuestra mente de las "ataduras" del cuerpo - curioso misticismo)
martes, 19 de agosto de 2008
Personal Tai Chi
Me noto pesado, pero disfruto imaginando esos movimientos circulares y ese desplazamiento sobre el suelo como trazando curvas, sinuoso: sé en qué posición empiezo y hacia dónde miro, pero no sé en qué lugar de la habitación acabaré, ni si tropezaré con la mesa que tengo a mi derecha, o con el televisor que tengo detrás a la izquierda, o directamente de cara contra la pared.
Entonces me gusta imaginar que estoy en un espacio abierto, en el parque, por ejemplo, antes de entrar a trabajar. Pero mi timidez y mi pudor me impiden hacer mis ensayos a la vista de cualquiera.
Mis libros: uno que enseña las "formas" paso a paso, otro que se centra en la manera de moverse y cuyo autor es un arquitecto-bailarín chino, otro sobre los principios (y ejercicios) básicos del Tai Chi Kung (Tai Qigong) y un último que acabo de comprar sobre los principios de la meditación estática de pie y la postura.
Respeto
El ideal racional no existe y, por otro lado, por disparatado que sea el pensamiento de alguien, siempre tiene un apoyo racional; por mucho que los demás no alcancemos a verlo. El ser humano, por naturaleza, razona. No puede no razonar sobre lo que hace o ha hecho (o ha dejado de hacer). Por eso dicen los filósofos que el ser humano es ético. Y yo recalco: es ético SIEMPRE. Otra cosa es qué ética es la que sustenta nuestro actuar. Pero este punto no me interesa aquí, hoy.
El apoyo emocional existe también, pero eso también es otra historia que aquí, hoy, no me interesa comentar. Bastante importancia se le da hoy en día para justificar cualquier cosa, pequeña o grande. Por lo demás, el cerebro emocional lo compartimos con más seres. Lo peculiar nuestro es cómo racionalizamos nuestras emociones; o sea, que las racionalizamos, de un modo u otro.
Y eso es lo que la vida me ha llevado a concluir que hay que respetar: lo que piensa cualquiera en relación con cualquier cosa que haga; insisto: aunque me parezca abominable su acción (o su no acción).
Este, se me ocurre, es el principio para empezar a estar en paz con todos aquellos que nos rodean y, por lo tanto, con nosotros mismos. También es el principio para poder empezar a "entender" algo de esta vida que nos ha tocado vivir.
Mientras no aprendamos a respetar, no hacemos otra cosa que querer imponer nuestro punto de vista. Y este es el origen de todos los conflictos.
lunes, 18 de agosto de 2008
Inquieto siglo XX
Pero he de quedarme en el siglo XX y completar lo que ocurrió en el segundo y tercer tercio. En realidad, el siglo no avanzó por tercios sino a empujones: arrancada de caballo y parada de burro, dicen. Tercios de treinta años, pero también de veinte.
Primero, el siglo, dicen, empezó tarde, hacia 1910, por lo que el primer tercio acabó en 1940. Y aunque acabó en crisis, en tragedia, fue un tercio dinámico, de empuje, de cambios: no sólo la industria del norte, también las nuevas carreteras que serán el soporte de toda la actividad subsiguiente del siglo, el descubrimiento de nuevos mercados, la aplicación de nuevos productos que multiplicaban la producción (abonos químicos en el campo, máquinas, electricidad suministrando energía para cualquier cosa y en cualquier lugar, no como el carbón, que no se podía transportar mucho más allá de la estación de ferrocarril a la que lo traían los fabulosos trenes).
Segundo, el segundo tercio fue corto, terminó en 1960, veinte años de ensimismamiento; mucha gente volvió al campo, incluso a las zonas montañosas y, sobre todo, los que ya estaban allí se quedaron. Dicen que las montañas volvieron a saturarse de gente. Vivían de la tierra y ningún mercado exterior que produjera bienes más baratos tenía entrada en el país. No había riqueza, pero tampoco competencia. Había pobreza, pero la llevaban dignamente entre todos, sin desigualdades que alteraran la vida en comunidad. Cada uno vivía en su casa con sus vecinos luchando con la naturaleza, viviendo.
El tercer tercio empezó con una huida masiva, como si todos se hubieran vuelto impacientes. La provincia vio, por primera vez, como cada año tenía menos habitantes. Francia, Alemania,... volvían a necesitar gente porque carecían de jóvenes: los que volvieron de la guerra se jubilaban y los que nacieron durante la guerra eran (pasa en las guerras, es normal) eran muy pocos. Épocas de "generaciones vacías" lo llaman los especialistas. Pero en España ocurría lo contrario: la gente no aguantaba más mirándose al ombligo. El campo, tan fecundo no sólo en cereales sino también en gente, se había vuelto a sobrepoblar y los jóvenes necesitan espacio y posibilidades, aventura que Europa les brindaba. Algunos, de camino, se quedaban en la ciudad que empezaba también a despertar. Fue lo único que siguió creciendo en la provincia (los campos se abandonaban): recuerdo el 68 lleno de grúas y obras en el mismo centro. Recuerdo a las muchachas de servicio de casa de mis padres saludando, ligando desde las ventanas de casa con los obreros que cada semana levantaban un piso más por encima de la casa de los abuelos, más allá del mirador que hasta entonces había sido la construcción más alta del barrio. La ciudad necesitaba obreros y los obreros necesitaban casas, casas que construían ellos mismos en las afueras, porque las que les daban el pan eran para otros, para los que habían hecho dinero y fortuna o habían conseguido sueldos de funcionario al amparo de un régimen inmovilista pero que necesitaba una administración fuerte y controles de todo tipo.
Años febriles... hasta la nueva crisis europea, mundial... la de finales de los 70 y gran parte de los 80. Poco a poco la gente empezó a volver y cada vez menos se aventuraban a salir. Es más, a muchos ni siquiera les dejaban entrar. De nuevo el paro, el exceso de habitantes para poca actividad. Casas nuevas en los pueblos construidas con los ahorros de la emigración. Pero ahora casi vacías. El contacto con la civilización seca los vientres. El campo no necesita tantos brazos. Las madres alumbran cada vez menos hijos hasta el punto de que cada generación es menos numerosa que la anterior y se camina lentamente hacia la extinción, como cualquier otra especie amenazada.
Pero entonces llega el último acto y nos sorprendemos convertidos en europeos envidiados por países más pobres, países fecundos, gente que huye de su tierra como nosotros huimos de la nuestra. El final del XX en realidad es un principio adelantado del XXI. Los historiadores tienen razón: el siglo XX fue corto. Empezó tarde y terminó antes de tiempo.
jueves, 5 de junio de 2008
HAI-KU
Creo que esta es la clave del hai-ku.
Usamos las palabras para conocer, pero también para engañar y para engañarnos planteando gracias a ellas problemas que no existen y dando soluciones igualmente inexistentes, siempre gracias a las palabras. Gracias a las palabras también somos capaces de "interpretar" nuestros sentimientos, ¡incluso de crearlos!
El hai-ku renuncia a todas estas ficciones, que pueden llegar a ser muy refinadas y marcar a toda una cultura. De este uso de la palabra como ficción fue muy consciente Wittgenstein y desde la filosofía dedicó gran parte de sus esfuerzos a encontrar un lenguaje que no estuviera viciado... igual que, desde la poesía, hace el hai-ku, aunque sin esfuerzo.
Lo único real es la conciencia de ser y cuando se alcanza suficiente transparencia de espíritu para apreciar esta realidad única que suele estar tapada por esa otra realidad que construimos transmitiendo a lo cotidiano a través del lenguaje "esencias" que no existen, entonces se puede ver todo lo perecedero (incluidos nuestros estados de ánimo, nuestros "sentimientos") de otro modo.
Y surge el hai-ku, que lejos del engaño de las palabras quiere ser el testimonio vivo de una conciencia que vive y ve; de una "buena voluntad", en el lenguaje de otro filósofo, Kant.
¿Por qué usar entonces las palabras y no permanecer callado, como propuso W.? Porque él, que no era poeta, no se dio cuenta de que hay otra "vía" para usar el lenguaje sin caer en el engaño. Las palabras pueden ser lo más puro capaz de permanecer una vez que la conciencia que escribe haya dejado un mundo como el nuestro, tan maravilloso como inestable.
Las palabras son el mejor testimonio ante otras conciencias de una vida que sabe que vive y que se asombra cada día.
domingo, 25 de mayo de 2008
Voluntad y vejez
domingo, 24 de febrero de 2008
Lluvia en los alambres
martes, 22 de enero de 2008
Rey Paixaro
Isabel y yo decidimos pasar el fin de semana en Biar, donde tiene lugar una curiosa fiesta que es una "fusión" (palabra tan de moda hoy en el terreno de la cultura) de historia medieval, celebración de San Antón y carnaval: la fiesta del Rey Paixaro. Según le explican a uno en el museo etnológico, esta fiesta rememora la época medieval en la que el Rey (Jaime de Aragón) pasaba a principios de año a recoger los impuestos, para lo que utilizaba unas bandejas de bronce que previamente habían sido regaladas a la villa por la propia corona (las de Biar, al parecer, fueron donación de los Reyes Católicos).
Se inaugura la fiesta la noche anterior con un paseo de antorchas encabezado por el Rey Paixaro a caballo precedido de dos buzones disfrazados de pájaros (¿paixaros?) que bailan al son de las dulzainas junto a las hogueras que en cada barrio encienden los vecinos. Al día siguiente, día fuerte (traca y toque de campanas a las 9, misa cantada a las 12,...), nuevo paseo del Rey, esta vez acompañado de una pequeña comitiva de funcionarios con las bandejas de los impuestos, seguida por los vecinos con sus animales, a quienes sigue una procesión de niños con grandes bandejas de madera que recogen donativos del pueblo; cierra la comitiva la banda municipal. La bendición de los animales se produce de vuelta a la plaza: el párroco, sobre un estrado improvisado, derrama el agua bendita sobre personas, animales y objetos.
El video recoge resumidamente este último momento de la entrada a la plaza. Por la tarde, finalmente, se subasta lo recolectado por la mañana entre los vecinos y visitantes
lunes, 14 de enero de 2008
Mañana lluviosa
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