sábado, 26 de marzo de 2011

El artista: II (en redacción)

El artista, por tanto, no siempre ha gozado del privilegio de ser alguien independiente y venerado (o vilipendiado), ajeno a cualquier grupo o interés social que no sea el de los propios artistas, y cuya obra, además, aspira a ser adorada como única y propia y depositaria de una verdad irreproducible.
Durante más del 99% del tiempo de la historia de la humanidad, el artista ha estado al servicio de otros o, en el mejor de los casos, ha ejercitado su arte en el tiempo que le dejaban otras ocupaciones más importantes para él y para los suyos que el propio arte que cultivaba. Lo que, en cualquier caso, no quitaba valor a su obra, pues el valor de esta, como decíamos en I, venía dado por circunstancias y valores ajenos a él mismo como individuo.

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