viernes, 11 de septiembre de 2009

Aromas de finales del verano

Creo que la bondad es el valor más alto que puede ofrecer cualquier ser humano al mundo en cualquiera de sus actos. También creo que es la herencia más valiosa que puede dejar cuando lo abandone. Una herencia que, probablemente, no sea sólo memoria. Pues aunque nadie puede demostrarlo, tampoco nadie puede negar que los que se han ido no dejen en nuestro mundo una presencia, un influjo, una esencia de lo que ha sido su voluntad - al modo de las flores, que al marchitarse dejan su aroma, su esencia, su perfume en el aire que respiramos.

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