lunes, 21 de septiembre de 2009

Ninfas

Esta mañana, de nuevo a Riópar. En La Casa de la Noguera, mirando al valle, comprendo la concepción que el Dao De Qing tiene del Dao como "el espíritu del valle". Había entre las sinuosas tierras de labor, con sus pequeños "objetos" (unos discos colgados para ahuyentar los pájaros, unas cañas dispuestas verticalmente, el camino que baja,...), sus brillos, sus imperceptibles movimientos, su sutil humedad, un espíritu que también me ha hecho recordar a los dioses y diosas de los lugares en la mitología griega, que no eran otra cosa sino ese mismo espíritu, ese Dao, expresado de otro modo. Un cristianismo mal entendido nos ha arrebatado todo eso y, al fijarse sólo en nuestra (pobre) vida interior, en nuestro (pobre) bienestar interior, nos ha convertido en profanadores de lugares. La manera que tenemos de ocupar el territorio con nuestras construcciones es uno de los síntomas más claros de ello. ¡Ya no hay ninfas que respetar! ¡podemos construir nuestros propios sueños en cualquier sitio!

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